Las joyas de la realeza de la India están hechas de leyendas. Hay muchas historias fascinantes como ésta que nos gusta de Hyderabad, en el sur de la India.
Una mañana, el Nizam de Hyderabad se despertó con la idea de clasificar las perlas del tesoro real. Cubos y cubos de perlas de todas las formas y tamaños se lavaban, clasificaban y dejaban secar en enormes sábanas que cubrían todo el techo del Palacio del Nizam. Qué espectáculo debe haber sido. O la absoluta impunidad con la que el Nizam utilizó un diamante Jacob de 162 quilates montado en una base de oro como pisapapeles. En la década de 1930 se decía que el Nizam poseía oro y plata por valor de 100 millones de libras y joyas por valor de otros 400 millones.
En Rajastán, se dice que la familia real de Jaipur tenía algunas de las joyas más finas de la India, guardadas celosamente por los indígenas Minas de Ámbar a los que arrebataron el poder. Las joyas de la casa real de Jaipur estaban rodeadas de secreto y se cuenta que el propio rey de Jaipur sólo pudo acceder a ellas tres veces en toda su vida. Hay informes no confirmados de que el tesoro, oro, plata y joyas, se encontró finalmente en Amber después de una búsqueda de 5 meses en 1976 y fue llevado rápidamente por camiones del ejército bajo las órdenes directas de un político de alto rango de Nueva Delhi.
La familia real de Patiala, en el Punjab, también tenía algunas joyas excepcionales; la pieza de resistencia es el emblemático collar de Patiala. Este collar de ceremonia fue encargado a Cartier por el elegante y trotamundos Maharajá Bhupinder Singh (1891-1938) de Patiala, al que le gustaba coleccionar coches, caballos, relojes y cuadros. Pero su verdadera pasión eran las joyas. A Bhupinder Singh, que era un talentoso jugador de polo y capitaneaba el equipo de cricket India XI que realizó una gira por Inglaterra en 1911, le encantaba engalanarse con adornos y llevaba exóticos tocados con joyas. En 1926, el maharajá Bhupinder Singh llegó a París con varios cofres de joyas y quiso que Cartier hiciera un collar de ceremonia digno de un rey. Se sentó personalmente y seleccionó el diseño. Cartier tardó casi 3 años en completar el collar, que fue el mayor encargo que jamás haya realizado. El collar de platino cubría casi tres cuartas partes del pecho y contenía 2.930 diamantes de casi 1.000 quilates, el mayor de los cuales era un diamante De Beers de 234 quilates, del tamaño de una pelota de golf, el séptimo más grande del mundo. La última vez que se vio fue en el Maharajá Yadavindra Singh, hijo del Maharajá Bhupinder Singh.