Situada en el extremo occidental del Himalaya, Ladakh es una extensión del desierto de Gobi y de la meseta tibetana, que cuenta con algunos de los terrenos más altos y duros del mundo. La palabra “Ladakh” se traduce literalmente como la Tierra de los Altos Pasos y en el Himalaya, que se extiende desde el Karakoram en el oeste hasta el Namche Barwa en el este, a través de cinco países -India, Bután, Nepal, China y Pakistán- estos altos pasos son la materia de la que están hechas las leyendas. Desde Alejandro de Macedonia, pasando por célebres viajeros chinos como Fahien y Huen-Tsang, Atisha, el monje budista de Bihar que llevó el mundo de Buda a través de Asia, hasta los comerciantes de la legendaria Ruta de la Seda, tanto santos como pecadores han atravesado estos formidables pasos que aún se consideran espacios sagrados.
En el budismo, se cree que siempre que se cruza un paso alto en el Himalaya hay que dejar que los ojos miren al cielo con total conciencia, mirar fijamente al centro del cielo y gritar “ki ki so lha gyalo” (que significa victoria a los dioses). Esta práctica la siguen religiosamente todos los taxistas de Ladakhi durante el viaje de Manali a Leh, donde hay que cruzar cuatro de estos altos puertos.
Leh es la capital conjunta y uno de los dos distritos de Ladakh. Durante siglos, Leh fue una importante escala en las rutas comerciales del valle del Indo entre el Tíbet, al este, y Cachemira, al oeste, y también entre la India y China. El viaje a través de grandes extensiones de desierto frío de gran altitud, a caballo y a pie, era tan traicionero que solía haber un dicho local en Ladakh que decía que había que ser el mejor de los amigos o el peor de los enemigos para embarcarse en él.
El 24 de mayo de 1948, un avión de transporte Dakota DC-3 aterrizó en Leh con los tan necesarios refuerzos para la desesperada guarnición del ejército indio, que sólo contaba con 33 hombres. Este fue un acontecimiento trascendental que ayudó a India a conservar una gran parte de la región de Ladakh al rechazar a los asaltantes tribales apoyados por el ejército pakistaní. La pista de aterrizaje improvisada fue construida en un tiempo récord de dos meses por un joven y emprendedor ingeniero de Ladakhi llamado Sonam Norbu, desafiando las condiciones más difíciles del duro invierno. Algunos de los lugareños aún recuerdan con cariño cómo, antes de ver una bicicleta o cualquier otro vehículo, fueron testigos del aterrizaje de un avión que creyeron que era un caballo volador. Esta inaccesibilidad ha contribuido a preservar un modo de vida tradicional y una cultura budista que es lo más destacado de una visita a la región de Ladakh.
Leh y Ladakh, en contra de la percepción popular, cuentan ahora con algunas propiedades hermosas, encantadoras, cómodas e incluso de lujo. Delhi y Bombay tienen vuelos diarios sin escalas a Leh durante todo el año. Se aconseja una escala de al menos dos o tres días en Leh para una aclimatación total antes de emprender cualquier actividad si se toma un vuelo a Leh.