Durante su estancia en Bután, no hay que perderse un festival de pueblo, si es que se celebra. A diferencia de los populares festivales de Thimphu y Paro, que se organizan a gran escala y están pensados para los turistas, los festivales de las aldeas de Bután son mucho más pequeños, sencillos y desorganizados y se celebran en lugares remotos. Y ahí radica su encanto. Son como un amor, un mundo. Son auténticas. He vivido dos festivales de pueblo en Tang y Nalakhar, en el centro de Bután. Pero tenga en cuenta que la mayoría de estos festivales de aldea son un viaje lleno de baches, los lugareños se refieren a ellos como Farm Roads. Y si sus clientes viajan en grupo, es posible que tengan que caminar desde la cabecera de la carretera, ya que los vehículos más grandes no son adecuados para llegar hasta el lugar del festival. Las danzas interpretadas por los monjes y los lugareños son uno de los aspectos más destacados de estos festivales en las aldeas y ofrecen magníficas oportunidades fotográficas. En Bután se cree que los que ven un Cham (baile de máscaras) se liberan del ciclo del sufrimiento. Las máscaras que se utilizan en un Cham se tallan en madera y se pintan en ocasiones propicias, como estas fiestas de pueblo. Aparte de las danzas, estas fiestas de pueblo son una increíble muestra de cómo celebran los lugareños. Hay juegos de azar y tiro con arco. No dude en acudir al lugar y participar. También encontrará a los aldeanos poniendo a la venta artesanía hecha a mano, como bolsos, chales y mucho más. Cuesta el doble que en una tienda de artesanía de Thimphu o Paro y el dinero va directamente a los artesanos. Hay puestos de comida que venden aperitivos butaneses, bebidas frías y cerveza. No hay que comer aquí, pero es maravilloso sentarse en estos puestos, comprar una botella de refresco y relajarse un poco cuando se quiere descansar del sol. Es de buena educación dejar un donativo a los organizadores del festival mientras se asiste a la fiesta del pueblo…. lo que se quiera (los lugareños no tienen demanda) porque utilizan el dinero para mejorar el festival el año siguiente. Y no pasa nada por rechazar el vaso de Aara (vino de arroz) que se ofrece al donante para dar las gracias. Yo, por supuesto, tomé dos por las 100 rupias que pagué y mi donación fue muy bien reconocida por los organizadores.